
Para los cristianos, el Viernes Santo es el día más trascendental de la historia de la humanidad cuando recordamos que Jesús fue a la cruz para morir por nuestros pecados. Sin duda, fue el viernes más oscuro y terrible de toda la historia, lleno de desconcierto, desilusión, dolor, pérdida… muerte.
Unos 2000 años después, la humanidad está pasando sus días más oscuros y terribles debido una pandemia mundial que jamás olvidaremos. Muchos han perdido sus vidas. Infinidad de trabajadores han perdido sus fuentes de ingreso. Los índices de desempleo han alzanzado niveles jamás vistos. Ya no nos podemos acercar unos a otros. Hay desabastecimiento en los supermercados. Ni siquiera podemos concurrir a nuestras iglesias. Nuestros días están llenos de desconcierto, desilusión, dolor, pérdida… muerte.
Hoy estamos viviendo un viernes negro donde todo parece estar perdido, donde todo parecería indicar que el mal triunfó sobre el bien… donde parece que es el fin. Sin embargo, hace 3400 años, el pueblo de Israel se preparaba para celebrar la Pascua, encerrados en sus casas, en medio de la décima y última plaga que mataría a todos los primogénitos de Egipto. En ese entonces, Dios mandó a su pueblo a sacrificar un cordero y pintar con su sangre los postes de las puerta de sus casas para que la muerte pasara de largo (ver Éxodo 12). Se acerca el domingo de Pascua y, todos los que creemos en Jesucisto como el Cordero de Dios y declaramos que estamos cubiertos con su sangre preciosa, veremos la salvación de Dios, porque: “Este es el sacrificio de la Pascua del SEÑOR, quien pasó de largo las casas de los hijos de Israel cuando mató a los egipcios y libró nuestras casas” (Éxodo 12:27). Y ya conocemos la historia: ¡Dios liberó milagrosamente a su pueblo de la esclavitud de Egipto!
Hace unos 2000 años, el mundo cristiano atravesó su noche más oscura; pero el sufrimiento y la muerte de Jesucristo, por terrible que fuera, marcó la culminación dramática del plan de Dios para la salvación de sus hijos. Sin ese horroroso día de sufrimiento, tristeza y muerte, Dios no podía declarar justos a los que creyeran en Él (Romanos 3:26). Paradójicamente, el día que parecía ser el mayor triunfo del mal, en realidad, fue el golpe mortal contra el enemigo en el glorioso plan de Dios para redimir a la humanidad.
Esta Pascua adquiere un significado especial para nosotros hoy, que esperamos con fe y santa expectativa que Dios nos libre de esta pandemia. No todo está perdido ¡Alcemos nuestros ojos al cielo y comencemos a vislumbrar la luz de la resurrección de Cristo en nuestra vida y en este mundo!
Dios te bendiga.
Ritchie y Rosa Pugliese
Write a comment: