¡QUE VENGA TU REINO!: LA ORACIÓN QUE TRANSFORMA NUESTRAS CIRCUNSTANCIAS

¡Qué venga tu reino! Una oración que realmente transforma nuestras circunstancias. En Mateo 6:9-13, encontramos una poderosa oración de Jesús, conocida como “el padrenuestro”. El propósito de Jesús, al dejarnos esta oración modelo, es que fluyera del corazón de los hijos de Dios como un clamor profundo y sincero para desatar su providencia divina en cualquier circunstancia que estemos atravesando.

Vivimos, como dice la Biblia, tiempos peligrosos en todos los sentidos. Ya no existe lugar seguro en este mundo. La pandemia que se desató en 2020 ha sacado a relucir la fragilidad del ser humano. La guerra entre Rusia y Ucrania y los rumores de guerra están revelando la debilidad del sistema económico mundial. Y podríamos seguir mencionando problemas como inflación, escasez, crisis, nuevos virus, enfermedades, violencia, atentados, divisiones políticas, etcétera.

La buena noticia es que “los ojos de Jehová [el Señor] contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él” (2 Crónicas 16:9). Ninguna enfermedad epidémica mundial puede “atar” las manos de Dios. No hay nada ni nadie que pueda limitar su obra sobrenatural a favor de sus hijos. Ciertamente, Él quiere que experimentemos un poco de cielo en la tierra en medio de las terribles circunstancias que nos toca vivir.

No estamos abandonados a nuestra suerte. El Señor se adelantó a todas las crisis, adversidades, catástrofes y circunstancias difíciles que enfrentaríamos en esta vida, y nos dejó esta oración modelo para hacer en todo momento a fin de tener paz y desatar la gracia y el favor de Dios sobre nuestra vida.

Veamos cómo esta oración nos lleva de fe en fe y de gloria en gloria:

  1. Padre nuestro que estas en los cielos

Esta expresión revela la autoridad de Dios en y sobre los cielos. Según la Biblia existen tres cielos: El cielo donde se encuentra la morada de Dios o tercer cielo o lugares celestiales (2 Corintios 12:2; Efesios 2:6). Las regiones celestes donde se mueven las fuerzas del mal (Efesios 6:12). Y el cielo donde están las estrellas y los planetas (Salmos 50:6; Proverbios 3:20). Dios está sentado en su trono en el tercer cielo, y desde allí ejerce su total autoridad y señorío.

El reconocimiento de la autoridad suprema de Dios nos conduce al segundo punto:

  1. Santificado sea tu nombre”

Esta expresión es el resultado de contemplar la majestad de nuestro Dios y de saber que Él está reinando con poder desde su trono. Cuando tenemos esta certeza o revelación interna, que solo el Espíritu Santo puede dar,  fluye de lo profundo de nuestro ser un reconocimiento de quién es Dios, su grandeza y su poder. Esto nos lleva a reverenciar su nombre. Reverenciar significa honrar, admirar la majestad de nuestro Dios. Dios es mucho más grande y poderoso que cualquiera de nuestros problemas. ¡Incluso de esta pandemia mundial!

Cuando el creyente reconoce la majestad de nuestro Dios, su grandeza y su poder, está en condiciones de confesar y declarar lo siguiente:

  1. Venga tu reino”

Esta frase no solo es una expresión religiosa, sino un clamor desesperado para que el cielo invada la tierra y, específicamente, nuestras circunstancias. En este momento, estamos viviendo en medio de una calamidad y peligro real, cuya única solución es la intervención directa de Dios. Por eso clamamos: “¡Señor, venga tu reino!”.

En vez de dejarnos amedrentar por esta crisis mundial, demos lugar a la presencia del Espíritu Santo, que reside en nosotros, y expresemos a viva voz este clamor de fe desesperado: “¡Señor, venga tu reino a mi vida!”.

En estos tiempos de crisis financiera, podemos clamar “¡venga tu reino!” para que su prosperidad invada nuestras circunstancias. En estos momentos de enfermedad y plaga, podemos clamar “¡Venga tu reino!” para que la sanidad y salud divina invada nuestra vida. Frente al peligro y la inseguridad que reina en nuestras calles y ciudades, podemos clamar “¡Venga tu reino!” para que Dios envíe a sus ángeles a protegernos. En estos momentos de abatimiento y depresión, podemos clamar “¡Venga tu reino!” para que la presencia del Espíritu Santo se manifiesta y nos traiga gozo, esperanza, consuelo y fe. Y así, en cada una de nuestras circunstancias.

Cuando clamamos “¡Venga tu reino!”, estamos invitando al Señor para que despliegue su poder y destruya las obras de las tinieblas, transforme nuestras circunstancias y derrame sus bondades y bendiciones sobre nuestra vida.

Después de este clamor desesperado, recibimos la revelación del plan de bendición del Señor:

  1. a) “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. Declaramos que se imponga la voluntad de Dios, que es buena, agradable y perfecta sobre cualquier otra voluntad, sea maligna o natural.
  2. b) “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”. Declaramos la provisión divina sobre nuestra vida en lugar de la escasez o la pobreza.
  3. c) “Perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Pedimos perdón a Dios por nuestras faltas hacia Él y por la restauración de nuestras relaciones rotas.
  4. d) “Y no nos metas en tentación”. Declaramos que por su gracia rendimos al Espíritu Santo nuestra naturaleza carnal.
  5. e) Líbranos del mal. Declaramos su protección del mal y el peligro.

La corona de toda la oración del Señor Jesús se encuentra al final, en el versículo 13: “Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria por todos los siglos. Amén”.

El padrenuestro termina con una afirmación triunfante de Jesucristo, donde declara que solo Dios tiene el poder de conceder todo lo que el ser humano necesita. Él es la única esperanza para la humanidad. Ante la aflicción, la enfermedad, el hambre, la infelicidad matrimonial, la soledad, el desamparo, la pobreza, la injusticia o cualquier peligro de muerte, nuestro Padre celestial tiene la última palabra. No hay autoridad terrenal ni diabólica que pueda destruirnos si acudimos al trono de la gracia del Padre y del Señor Jesucristo que intercede por nosotros, ante cuya presencia se doblará “toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra” (Filipenses 2:10).

En medio de tus circunstancias difíciles o desesperantes, no te quedes pasivo ni te des por vencido. ¡Tienes de tu lado al Señor, el Dios Todopoderoso, que está siempre atento al clamor de los suyos! Eleva ahora mismo tu clamor, que hará que el cielo y la voluntad divina del Padre celestial se manifiesten en tu vida, en tu matrimonio y en tu familia hoy.

¡Que venga tu reino, Señor!

Ritchie y Rosa Pugliese

 


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