ENEMIGOS DE LA VIDA MATRIMONIAL

En todos los ámbitos de la vida tenemos enemigos a enfrentar, y el matrimonio no es la excepción. Conozcamos algunos enemigos de la vida matrimonial:

A. UNO MISMO

Uno de los principales obstáculos que todo matrimonio debe superar es uno mismo. Es decir, las áreas débiles de nuestro carácter son las que provocan gran parte de los problemas matrimoniales. El egoísmo, el orgullo, la obsecuencia, la falta de perdón, la negación a reconocer nuestros error y ceder en favor del bien común, entre otras tantas cosas, hacen que cada uno de nosotros seamos los principales causantes de los conflictos en nuestra relación matrimonial. No en vano Jesús dijo que el divorcio es consecuencia de la dureza del corazón de los cónyuges (ver Mateo 19:8). Un corazón no consagrado a Dios, que se resiste a ser moldeado por el Espíritu Santo, puede causar un gran daño a la relación conyugal.

B. LA VIDA DIARIA

El ritmo vertiginoso de la vida (especialmente en las grandes ciudades), el ajetreo de las obligaciones por cumplir, el temor a enfrentar nuevos desafíos, la búsqueda de la perfección en todas las áreas de nuestra vida, la carrera por ganar más dinero para poder pagar todas las novedades y últimas tecnologías que la sociedad moderna nos impone y los incontables desafíos que nos presenta la vida cotidiana pueden convertirse en un obstáculo gigante para la felicidad personal y matrimonial. Con frecuencia la vida nos pone frente a situaciones inesperadas, que pueden provocar un caos en nuestro hogar y, por ende, en nuestro matrimonio… a menos que Cristo sea nuestra Roca firme tal como lo expresó el rey David en el Salmo 18: “El SEÑOR es mi roca, mi fortaleza y mi libertador. Mi Dios es mi peña; en él me refugiaré. Él es mi escudo, el poder de mi liberación y mi baluarte” (vv. 1-2).

C. EL DIABLO

La Palabra de Dios es clara cuando nos advierte de tener cuidado de no dar lugar al diablo (ver Efesios 4:27). Sin embargo, si leemos el contexto del pasaje de Efesios, veremos que trata sobre el enojo y la ira, reacciones negativas que a menudo se originan en cualquier relación interpersonal, y mucho más en la conyugal. El diablo vino a “hurtar, matar y destruir” (Juan 10:10) y aprovechará toda puerta abierta para introducirse y provocar malentendidos, conflictos, enojos, división, peleas y, finalmente, la ruina de la relación matrimonial. El diablo odia el matrimonio, porque:

a) Es una creación de Dios (ver Génesis 2:18, 21-24).

b). El Señor usa la figura conyugal para describir el pacto de Dios con su pueblo (ver Isaías 62:1-5).

c). El amor del hombre por su esposa representa el amor de Cristo por la Iglesia, su esposa (ver Efesios 5:25-28, 31-32).

El matrimonio es la figura terrenal del amor inagotable de Cristo por su Esposa, la Iglesia. Por eso el diablo quiere destruir el matrimonio. Porque cuando cumplimos nuestros votos matrimoniales, damos testimonio al mundo del amor de Dios por la humanidad.

¿QUÉ PODEMOS PARA ENFRENTAR A ESTOS ENEMIGOS?

Tenemos dos opciones:

1. Rendirnos fácilmente ante la primera adversidad y dejar que nuestro matrimonio se resienta poco a poco hasta que la relación se destruya por completo o…

2.  Luchar con las armas espirituales que tenemos a nuestra disposición (la oración, la Palabra, el consejo maduro de los líderes, pastores o coaches espirituales, nuestra obediencia, etc.) para ganar la batalla contra la carne y el enemigo de nuestras almas.

Aunque todos soñamos con una vida sin problemas, tarde o temprano éstos llegarán. Por eso, la Palabra de Dios dice: “Fortalézcanse en el Señor y en el poder de su fuerza. Vístanse de toda la armadura de Dios, para que puedan hacer frente a las intrigas del diablo; porque nuestra lucha no es contra sangre ni carne, sino contra principados, contra autoridades, contra los gobernantes de estas tinieblas, contra espíritus de maldad en los lugares celestiales. Por esta causa, tomen toda la armadura de Dios para que puedan resistir en el día malo y, después de haberlo logrado todo, quedar firmes. Permanezcan, pues, firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, vestidos con la coraza de justicia y calzados sus pies con la preparación para proclamar el evangelio de paz.  Y sobre todo, ármense con el escudo de la fe con que podrán apagar todos los dardos de fuego del maligno. Tomen también el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios, orando en todo tiempo en el Espíritu con toda oración y ruego, vigilando con toda perseverancia y ruego” (Efesios 6: 10-18).

No te desanimes ni te dejes vencer por estos enemigos de la vida matrimonial. Toma las armas espirituales y lucha por la felicidad en tu vida y tu matrimonio.

Ritchie y Rosa Pugliese


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