Your cart is currently empty!
CUIDEMOS LA ATMÓSFERA DE NUESTRO HOGAR
El consejo de hoy: Cuidemos la atmósfera de nuestro hogar si queremos vivir en un ambiente donde prevalezca la paz y la armonía en nuestra relación matrimonial y familiar.
Algunas veces tenemos reacciones indebidas, respondemos con palabras ásperas y actuamos de tal manera que el buen clima que reinaba en nuestro hogar se torna hostil y pesado. Otras veces, ya nos hemos acostumbrado tanto a cohabitar en una atmósfera de tensión, discusiones, malentendidos, gritos y expresiones aún peores, que nos hemos resignado a vivir sin la armonía, la felicidad y la paz que tanto anhelamos.
Sin embargo, los cónyuges son los que eligen y determinan la atmósfera que prevalecerá o reinará en su hogar. Y es una elección prácticamente continua… de todos los días.
Es común escuchar a uno de los cónyuges decir: “Mejor me voy a tomar un poco de aire afuera”. Lo que sucede es que la atmósfera del hogar está tan viciada y densa, que necesita salir para encontrar un poco de “aire puro” que le permita respirar.
Ahora bien, ¿cuáles son los componentes que producen una atmósfera densa en el hogar?
- Incredulidad
La incredulidad es la incapacidad de creer a Dios para creer en las circunstancias negativas que nos rodean. La incredulidad presenta el panorama oscuro, sin salida. La incredulidad agobia y atormenta el alma, la mente y el corazón.
“Miren, hermanos, que no haya en ninguno de ustedes un corazón malo de incredulidad que se aparte del Dios vivo” (Hebreos 3:12).
- Pesimismo
El pesimismo no es más que la propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más desfavorable. Debido a ello, nos dejamos aplastar por las presiones de la vida. Entonces, el pesimismo nos abruma y nos atosiga de tal manera, que solo podemos considerar el lado negativo de la vida.
“Que el Dios de esperanza los llene de todo gozo y paz en el creer, para que abunden en la esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Romanos 15:13).
- Queja
La queja es la expresión de resentimiento y desazón por no tener “todo” lo que queremos “cuando” lo queremos. Es el reclamo egoísta de lo que pretendemos tener. Es la expresión verbal negativa de lo que nos sucede en la vida desde una perspectiva oscura. La persona negativa puede lamentarse incluso de llevar una bolsa llena de dinero, ¡porque es demasiado pesada!
“Sean sus costumbres sin amor al dinero, contentos con lo que tienen ahora porque él mismo ha dicho: Nunca te abandonaré ni jamás te desampararé” (Hebreos 13:5).
- Desánimo
El desaliento o falta de ánimo es algo que todos enfrentamos en nuestra vida matrimonial, familiar o cristiana en general. Es un “enemigo” que puede estorbar nuestro progreso y robar nuestra paz, esperanza y gozo. Sin embargo, también es un enemigo que podemos vencer si practicamos las verdades de la Palabra de Dios.
“Consideren, pues, al que soportó tanta hostilidad de pecadores contra sí mismo, para que no decaiga el ánimo de ustedes ni desmayen” (Hebreos 12:3).
- Crítica
La persona que critica tiene la inclinación a enjuiciar hechos y conductas de forma desfavorable. La crítica acusadora y la censura es el resultado del espíritu perfeccionista que muchos tenemos dentro. Eso nos lleva a pensar que somos los jueces del mundo o los dueños de la única vara perfecta que puede medir y determinar si algo es bueno o malo.
“No juzguen, para que no sean juzgados. Porque con el juicio con que juzguen serán juzgados, y con la medida con que midan se les medirá” (Mateo 7:1).
- Chisme
El chisme es una noticia verdadera o falsa, o comentario con que generalmente se pretende indisponer a unas personas con otras o se murmura de alguna. Por lo general, ese comentario se hace a espaldas de la persona criticada para dañar su reputación. Aunque no lo parezca, claro está que en el chisme intervienen la mala voluntad, la envidia y los intereses personales.
“El hombre perverso provoca la contienda, y el chismoso aparta los mejores amigos” (Proverbios 16:28).
- Burla
La burla es la acción o las palabras con que se procura poner en ridículo a alguien. Los que se burlan tienen la costumbre de degradar a las personas con palabras humillantes, con las que se suelen exagerar sus defectos. La persona que se burla de otra se cree perfecta por lo que se considera calificada para ridiculizar y rebajar a los demás.
“Ciertamente él se burlará de los que se burlan, pero a los humildes concederá gracia” (Proverbios 3:34)
- Menosprecio
Aquel que menosprecia considera que los demás son inferiores y menos capaces que él. Sin embargo, cabe señalar que del menosprecio al desprecio hay una línea muy delgada. El menosprecio que comienza con una raíz de orgullo y soberbia puede terminar en desprecio por otra persona con una actitud totalmente vengativa.
“Peca el que desprecia a su prójimo, pero el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado” (Proverbios 14:21).
- Desacuerdos o discusiones
Es común que haya desacuerdos entre dos personas que conviven bajo el mismo techo, pero cuando esos desacuerdos vienen acompañados de ofensas, palabras hirientes, insultos y gritos, lo que comenzó con un simple entredicho puede terminar en una grave pelea que lastima el alma y atormenta la mente y el corazón. Cuando los cónyuges discuten y profieren palabras ofensivas, están dañando su autoestima, contaminando la atmósfera del hogar y mutilando el amor conyugal.
“Evitar la pelea es una señal de honor; solo los necios insisten en pelear” (Proverbios 20:3, ntv).
- Violencia emocional y física
Lamentablemente, los matrimonios pueden ser víctima de violencia en cualquiera de sus formas. En un momento de impulsividad y nerviosismo, muchos llegan a empujar, zamarrear o golpear a su cónyuge. Luego, por más que lo lamenten y se arrepientan, este hecho quedará gravado para siempre en las fibras íntimas de la persona afectada y la herida causada será difícil de sanar. Recomendamos leer nuestro artículo “La violencia conyugal“.
“El SEÑOR prueba al justo, pero su alma aborrece al impío y al que ama la violencia” (Salmos 11:5).
Ahora bien, así como cualquiera de nosotros puede ser un colaborador directo y activo en la contaminación de la atmósfera de nuestro hogar, también podemos serlo en la contribución a un buen clima.
¿Cómo podemos contribuir a una buena atmósfera en el hogar?
- Fe en Dios
La fe se manifiesta en nuestra actitud hacia la vida y en la fortaleza y resistencia para enfrentar las situaciones difíciles. La fe produce una atmósfera de victoria en medio de la prueba porque la persona sabe que el Dios todopoderoso está de su lado. “Y sobre todo, ármense con el escudo de la fe con que podrán apagar todos los dardos de fuego del maligno” (Efesios 6:16).
- Agradecimiento
La gratitud es una actitud determinante para una buena atmósfera en el hogar. Implica, entre otras cosas, agradecer al cónyuge por haber preparado una buena cena, por haberle dado una buena idea, por haberse ocupado de los quehaceres domésticos y muchas otras cosas. El agradecimiento fomenta el amor y el respeto entre los cónyuges. Sigamos el consejo bíblico: “Sean agradecidos: (Colosenses 3:15).
- Respeto
Los cónyuges cristianos son mucho más que marido y mujer, ante todo ¡son hermanos en Cristo, hijos del mismo Padre Celestial! Esa sola idea debería erradicar de nuestra mente toda actitud, acción o palabra ofensiva, hiriente o agresiva hacia nuestro cónyuge. “La esposa respete a su esposo” (Efesios 5:33). Porque “de igual manera, ustedes esposos, sean comprensivos en su vida conyugal, tratando cada uno a su esposa con respeto” (1 Pedro 3:7).
- Elogio o reconocimiento
Lucas 6:31 nos exhorta: “Traten a los demás como les gustaría que ellos los trataran a ustedes”. Si seguimos leyendo, este pasaje habla de amar a los enemigos y hacerles bien sin esperar nada a cambio (v. 35). Pues bien, si Dios nos da esta mandato para con nuestros enemigos, cuánto más debemos cumplirlo con nuestro cónyuge. Según Lucas 6, si nos gusta que nos elogien y reconozcan nuestro esfuerzo, nuestro trabajo y todo lo que hacemos, debemos elogiar y reconocer a nuestro cónyuge primero. ¿Cómo lo hacemos prácticamente? Podemos felicitar a nuestro cónyuge por sus logros o podemos elogiar una deliciosa cena hecha con amor, su nuevo corte de cabello, un perfume que le queda muy bien, etc. El elogio fortalece la autoestima del otro y, por consiguiente, fortalece la relación. “Que la palabra de ustedes sea siempre agradable, sazonada con sal, para que sepan cómo les conviene responder a cada uno” (Colosenses 4:6).
- Aprecio
La pregunta que surge aquí es: ¿Cómo puedo mostrar aprecio por alguien tan imperfecto? El apóstol Santiago expone la condición humana de forma clara cuando señala que “que todos cometemos muchos errores” (Santiago 3:2). La palabra “todos” implica que no hay excepciones. No existe el candidato ideal. El esposo o la esposa que hemos idealizado son solo personas con una naturaleza humana como nosotros. Sin embargo, todos hemos sido hechos a la imagen y semejanza de Dios (ver Génesis 1:27). Solo eso debería llevarnos a apreciar y valorar la vida de nuestro cónyuge. Cuando lo valoramos por ser una criatura de Dios, podemos apreciar el simple hecho de despertar juntos un día más. Valorar las cosas más sencillas de la vida es un gran secreto para vivir mejor y cuidar la atmósfera de nuestro hogar.
- Aliento
El aliento es un ingrediente muy necesario para superar los obstáculos que surgen a cada instante en la vida diaria. El hogar debe ser nuestro lugar de refugio y fortaleza donde reine el amor y la paz de Cristo. Es allí donde una palabra edificante, un buen abrazo o un beso cariñoso pueden alentarnos y darnos fuerzas para seguir adelante. “Hermanos, también les exhortamos a que… alienten a los de poco ánimo” (1 Tesalonicenses 5:14).
- Apoyo
El apoyo mutuo entre los cónyuges es una manera de cuidar la atmósfera del hogar. Esto implica, por ejemplo, estar al lado de nuestro cónyuge para alentarlo en momentos de dificultades y dudas, colaborar en lo quehaceres domésticos o en cualquier otro tipo de tarea, aportar nuestras ideas en alguno de sus proyectos y brindarle nuestra ayuda en todo momento. “Den apoyo a los débiles” (1 Tesalonicenses 5:14).
- Disfrutar
Más allá de tener que respetar los tiempos y silencios del cónyuge, disfrutar la compañía del otro es un componente fundamental para una sana atmósfera en el hogar. Si invirtiéramos el tiempo que dedicamos a pelear y discutir por trivialidades a pasarla bien e incluso a reírnos de nuestros errores podríamos disminuir la tensión en el hogar y fomentar un clima de paz. “Goza de la vida con la mujer que amas” (Eclesiastés 9:9).
- Callar
Una palabra de más puede meternos en problemas de los cuales muchas veces es imposible salir ilesos. Es de sabios callar, y es un arte que realmente necesitamos aprender si queremos cuidar el clima de nuestro hogar. El silencio… en el momento justo… puede salvar una relación. ¡Nunca olvides que Dios te ha creado con dos oídos y una boca! “En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente” (Proverbios 10:19).
- Pedir perdón
Humillarse y pedir perdón es el acto que más ennoblece a una persona. No se trata de ser perfecto (porque eso sería una utopía), sino de reconocer que hemos fallado, que nos hemos equivocado o que, tal vez, sin querer hemos ofendido o herido a nuestro cónyuge. En este punto es importante señalar que muchas veces “hacemos de cuenta que no pasó nada” (¡para no empeorar las cosas!); pero eso es como poner una bandita adhesiva sobre una herida que está supurando por dentro… pronto se infectará ¡y será mucho peor! Para tener una relación sana y proteger el clima de nuestro hogar debemos llegar a la raíz del conflicto, enfrentar la raíz del problema, reconocer nuestros errores y pedir perdón. “El que perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide a los amigos”… ¡cuánto más a los cónyuges! (Proverbios 17:9).
Decidamos ser “agentes transformadores” y cuidemos la atmósfera de nuestro hogar para que reine la paz, la armonía y la felicidad. Parece difícil, pero con la ayuda de Dios no es imposible. ¡Inténtalo! ¡Vale la pena!