LA MEJOR MANERA DE AMAR

¿Cuál es la mejor manera de amar? En 1 Juan 4:8 leemos: “El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor”. Si Dios es amor, entonces Él debe ser nuestro patrón de referencia. No hay mejor ejemplo de amor que el de Jesucristo, que entregó su vida en la cruz hasta la muerte para el perdón de nuestros pecados. Gracias a su sacrificio de amor ahora somos “justificados… por la fe” (Romanos 5:1-3). Su amor manifestado en la cruz nos permite disfrutar de las bondades del Padre en esta tierra y en la vida eterna.

Por lo tanto, no hay mejor manera de amar que imitar el amor de Dios. Nuestro patrón de referencia no debería ser la televisión, los medios de comunicación ni las redes sociales donde solo se promueve lo que el deseo humano quiere oír; sino el amor incomparable de Dios manifestado en el sacrificio de su Hijo Jesucristo. ¡No hay ejemplo de amor más grande!

“Sobre todo, tengan entre ustedes un ferviente amor, porque el amor cubre una multitud de pecados” (1 Pedro 4:8).

Sin duda, nuestro cónyuge no es perfecto. Se equivoca y peca; pero dado que el amor de Dios cubre “multitud de pecados”; entonces, nosotros, como “imitadores de Cristo” (1 Corintios 11:1), también debemos perdonar las fallas y las ofensas reiteradas de nuestro cónyuge. El amor de Dios nos concede su gracia cada vez que la necesitamos. Entonces nosotros, como canales de la gracia divina en la vida de nuestro cónyuge, podemos callar en vez de responder enojados cuando nos sentimos ofendidos; contestar bien cuando tenemos ganas de responder con insultos; tener paciencia cuando estamos por perderla; pasar por alto la ofensa cuando tenemos ganas de vengarnos… y mucho más.

Si tu amor por tu cónyuge se ha apagado o dista mucho de ser el amor sacrificial que vemos en Jesucristo, pide a Dios que te dé un bautismo de su amor para poder amar a tu esposo o tu esposa cómo Él te ama. Inténtalo. ¡Vale la pena!

Haz esta oración: Señor, ayúdame a amar a mi esposo/a como tú me amas. Ayúdame a imitarte y ser un reflejo de tu amor verdadero, ferviente, fiel, humilde, amable, misericordioso y lleno de gracia. Ayúdame a poner mis ojos en ti y a seguir tu ejemplo. En el nombre de Jesús. Amén.

Ritchie y Rosa Pugliese


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