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HOGAR, DULCE HOGAR
¿Quién no llegó a su casa y dijo alguna vez: ¡Hogar, dulce hogar!? Basta con mirar a nuestro alrededor para saber que vivimos en “tiempos peligrosos” tal como Dios lo anunció hace más de dos mil años a través del apóstol Pablo a Timoteo:
“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Pues la gente solo tendrá amor por sí misma y por su dinero. Serán fanfarrones y orgullosos, se burlarán de Dios, serán desobedientes a sus padres y malagradecidos. No considerarán nada sagrado. No amarán ni perdonarán; calumniarán a otros y no tendrán control propio. Serán crueles y odiarán lo que es bueno. Traicionarán a sus amigos, serán imprudentes, se llenarán de soberbia y amarán el placer en lugar de amar a Dios. Actuarán como religiosos pero rechazarán el único poder capaz de hacerlos obedientes a Dios” (1 Timoteo 3:1-5).
¡Tremenda descripción de los postreros tiempos! El apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, hace una descripción certera de la realidad que vivimos hoy. Sin embargo, si hemos puesto nuestra fe en Jesucristo, no tenemos nada que temer, porque “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmos 46:1).
Ahora bien, como hijos de Dios, no solo podemos ampararnos y fortalecernos en Él; sino también transformar nuestro hogar en un lugar de refugio y seguridad para otros. En Proverbios 15:6 la Biblia declara: “En la casa del justo hay gran provisión”. Cuando nuestro hogar es un lugar de refugio y seguridad, se transforma también en un lugar de provisión para ayudar a otros. No nos referimos solo a dar ayuda social, sino también a dar ayuda espiritual a todo el que la necesita como un faro que hace brilla la luz de Cristo y alumbra a este mundo en tinieblas. El Señor quiere que nuestro hogar sea un refugio donde familiares, amigos y personas necesitadas puedan recibir la gran provisión de la Palabra y el poder de Dios.
¿Es tu hogar un lugar de gran provisión espiritual? Si todavía no lo es, el primer paso es consagrar tu hogar a Dios para que Él lo use como un canal de su gracia y favor a otros. ¿Cómo hacerlo? Con esta sencilla oración: “Señor, te consagramos nuestro hogar y te pedimos que lo transformes en un lugar de provisión espiritual, no solo para nosotros, sino también para ayudar a quienes lo necesitan”.
Si hiciste esta oración, ¡prepárate porque tu casa no solo será “un hogar, dulce hogar” sino una casa llena de los recursos sobrenaturales de Dios!
Ritchie y Rosa Pugliese