LA PRESENCIA DE DIOS EN EL HOGAR

Si analizamos la iglesia primitiva, veremos que los primeros cristianos se reunían en las casas y, al experimentar la presencia de Dios en el hogar, se multiplicaron rápidamente.

En Hechos capítulo 12, vemos que tras ser liberado de la prisión milagrosamente por el ángel del Señor, Pedro fue corriendo a la casa donde estaban reunidos sus hermanos en la fe. El lugar de reunión no era un edificio o un templo, sino una casa donde se llevaba a cabo una reunión de oración.

En medio de tiempos de gran persecución, los primeros cristianos transformaron sus casas en iglesias para tener comunión con otros cristianos y orar unos por otros, mientras, a la vez, todos estaban conectados a un centro apostólico.

Por lo general, cuando hablamos de “ir a la iglesia” nos referimos a una reunión de personas congregadas en un edificio. En nuestro cristianismo moderno, las actividades centrales se concentran en el edificio de la iglesia; pero si estudiamos la Palabra de Dios y la historia de la Iglesia, veremos la importancia de los hogares.

En la ciudad de Roma, la Iglesia comenzó en una reunión hogareña, y, según los historiadores, al final del primer siglo se habían multiplicado hasta llegar a ser diez mil iglesias hogareñas. Esta idea no tiene mucha aceptación entre las congregaciones tradicionales donde el concepto de iglesia está asociado a un edificio.

Sin embargo, para el pensamiento hebreo, el hogar era un lugar central, considerado como un pequeño santuario apartado para adorar, alabar a Dios y estudiar las Sagradas Escrituras. Allí también celebraban las fiestas anuales (la Pascua, el Pentecostés y la fiesta de los tabernáculos). Por lo general, se reunían en el aposento o patio de una casa los sábados por la tarde cuando empezaba el primer día de la semana, y allí comían juntos y alababan al Señor.

La Iglesia, que comenzó en el aposento alto, al final del siglo primero, se extendió al norte hasta Alemania, al este hasta Inglaterra, al oeste hasta la India y al sur hasta el Sahara, África. En Hechos 5:28 y 17:6, vemos que, en los primeros sesenta y siete años, misioneros, como Pablo, llevaron el evangelio a todo el mundo conocido… y las iglesias hogareñas se multiplicaron.

Según la mentalidad de esa época, la Iglesia primitiva incluía a las iglesias hogareñas… pero en el siglo IV, bajo el gobierno de Constantino, se prohibió a los cristianos reunirse en los hogares. Solo podían reunirse de manera masiva y pública, lo cual dio lugar al formato de Iglesia que conocemos hoy.

¿Por qué todo este trasfondo de la iglesia primitiva? Para resaltar la importancia de la presencia de Dios en el hogar

El mayor avivamiento de la historia moderna comenzó con el Conde Nicolás Von Zinderdorf en la pequeña aldea de Herrnhut, Alemania, a principios del año 1700. En 1727, el Espíritu Santo se derramó en esa aldea y se transformó en un centro apostólico, desde donde se propagó el avivamiento a todo el mundo. Esa aldea se convirtió en un lugar continúo de oración, alabanza y adoración a Dios durante un período de cien años. Eso impactó al mundo, porque de allí el avivamiento se propagó hasta Inglaterra, donde se produjo el avivamiento Wesleyano. También llegó a los Estados Unidos donde se conoció como el Gran Avivamiento. Además, se extendió hasta Groenlandia, América del Sur, Sudáfrica, Australia y el Tibet.

Un hecho curioso es que en la aldea de Herrnhut no había un gran templo o edificio central donde los cristianos se reunían a orar… ¡oraban en sus hogares! Parece que los cristianos de ese lugar sabían que donde están dos o tres reunidos en el nombre de Cristo, Él está allí. Ese es el concepto de Iglesia según la perspectiva divina, distinta a la nuestra. Nosotros pensamos en una iglesia como un gran edificio lleno de muchas personas. En cambio, para Dios, la iglesia es donde hay dos o tres reunidos.

Este artículo no pretende fomentar las reuniones hogareñas por sobre la congregación de los santos en la Iglesia. Sin embargo, las restricciones que hemos experimentado durante la pandemia de 2020 que azotó al mundo entero, nos ha hecho volver, en gran medida, al origen de cómo comenzó la Iglesia primitiva. Y hemos redescubierto la bendición de experimentar la presencia de Dios en el hogar.

Puesto que la presencia de Dios está donde haya dos o tres congregados en su nombre (ver Mateo 18:20), podemos afirmar que los cónyuges que oran y alaban al Señor juntos en su casa son iglesia. Y de más está decir que cuando ambos cónyuges tienen la misma vivencia espiritual, ese hogar se transforma en un santuario donde el Señor ha prometido estar presente y aun responder las oraciones hechas en común acuerdo, como bien lo dejó establecido Jesús cuando dijo: “Si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos” (Mateo 18:19).

Creemos firmemente que Dios nos está invitando a entrar a una nueva dimensión divina en nuestros hogares. No nos referimos a fundar una nueva iglesia ni que nuestro hogar se transforme en el grupo hogareño de una congregación; sino a transformar nuestro hogar en un lugar de fortalecimiento espiritual donde los cónyuges unidos podamos clamar a Dios y experimentar su poder en nuestras vidas.

Declaramos que tu hogar se convertirá en una casa de oración consagrada a Dios y que tu matrimonio será transformado por el poder del Espíritu Santo. Declaramos también que experimentarás un avivamiento en tu hogar que renovará y fortalecerá su vida matrimonial y espiritual.

Ritchie y Rosa Pugliese

 


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