HOGAR, DULCE HOGAR

¿Quién no ha llegado a su casa y ha dicho con un suspiro: ¡hogar, dulce hogar!? Basta solo con mirar a nuestro alrededor y escuchar las noticias para ver que vivimos en “tiempos peligrosos” tal como Dios, en su omnisciencia, lo anunció hace más de dos mil años en su Palabra.

El pasaje bíblico sigue diciendo (vv. 2-5): “Pues la gente solo tendrá amor por sí misma y por su dinero. Serán fanfarrones y orgullosos, se burlarán de Dios, serán desobedientes a sus padres y malagradecidos. No considerarán nada sagrado. No amarán ni perdonarán; calumniarán a otros y no tendrán control propio. Serán crueles y odiarán lo que es bueno. Traicionarán a sus amigos, serán imprudentes, se llenarán de soberbia y amarán el placer en lugar de amar a Dios. Actuarán como religiosos pero rechazarán el único poder capaz de hacerlos obedientes a Dios”.

¡Tremenda descripción de los postreros tiempos! El apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, hace una descripción certera de la realidad que vivimos hoy. Sin embargo, si hemos puesto nuestra fe en Jesucristo, no tenemos nada que temer porque “Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia” (Salmos 46:1, NVI).

Ahora bien, como hijos de Dios, no solo podemos ampararnos y fortalecernos en Él; sino también transformar nuestro hogar en un lugar de refugio y seguridad para otros. En Proverbios 15:6 la Biblia declara: “En la casa del justo hay gran provisión”. Cuando nuestro hogar es un lugar de refugio y seguridad, se transforma también en un lugar de provisión para ayudar a otros. No nos referimos solo a dar ayuda social, sino también a dar ayuda espiritual a todo el que la necesite como un faro donde brille la luz de Cristo y alumbre a este mundo en tinieblas. El Señor quiere que nuestro hogar sea un refugio donde familiares, amigos y personas necesitadas puedan recibir la gran provisión de la Palabra y el poder de Dios.

¿Es tu hogar un lugar de gran provisión espiritual? Si todavía no lo es, el primer paso es consagrar tu hogar a Dios para que Él lo use como un canal de su gracia y favor a otros. ¿Cómo hacerlo? Con esta sencilla oración: “Señor, te consagramos nuestro hogar y te pedimos que lo transformes un un lugar de provisión espiritual, no solo para nosotros, sino también para ayudar a quienes lo necesitan”.

Si hiciste esta oración, ¡prepárate porque tu casa no solo será “un hogar, dulce hogar” sino un hogar lleno de los recursos sobrenaturales de Dios!

Dios te bendiga.

Ritchie y Rosa Pugliese

 


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