Open/Close Menu Principios bíblicos para un matrimonio feliz y duradero

Cuando la adversidad económica amenace con destruir la felicidad de tu hogar:

1. CREE Y CONFIESA CON FE LAS PROMESAS BÍBLICAS DE BENDICIÓN FINANCIERA. Aunque nuestra realidad intente apagar nuestra fe y hacernos caer en el pozo de la duda y la desesperación, la Biblia nos enseña que “por fe andamos, no por vista” (2 Co. 5:7). Debemos reconocer nuestra necesidad, pero no postrarnos ante ella. Cuando tus circunstancias contradigan la Palabra de Dios, ¡rechaza ese pensamiento de escasez, pobreza y adversidad financiera y comienza a proclamar con fe: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que [me] falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Fil. 4:19).

2. INTERPRETA QUE SÓLO SE TRATA DE UN TIEMPO DE ESCASEZ, Y QUE TUS PROBLEMAS ECONÓMICOS NO DURARÁN TODA LA VIDA. Si eres propenso a pensar que tu escasez no se acabará nunca, desecha ese pensamiento engañoso. Si le permites hacer nido en tu cabeza, serás presa fácil del desaliento y la desesperación. Decide no creer las mentiras del diablo y confiesa el Salmo 30:5: “Porque un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría”.

3. AGRADECE AL SEÑOR POR TODO LO QUE ÉL YA TE HA DADO. Cuando atravesamos problemas económicos, por lo general, nos olvidamos de los milagros que Dios hizo por nosotros en el pasado; no recordamos aquellas situaciones donde Dios magnificó su nombre y nos asistió con su “mano de poder”. ¿Por qué no pensar que si lo hizo una vez, lo puede volver a hacer? ¿Acaso el poder de Dios ha menguado? ¡No! Él “es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”. Además procura estar contento con lo que tienes ahora, “porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré” (He. 13:5).

4. NO TE COMPARES CON AQUELLOS QUE ESTÁN MEJOR QUE TÚ ECONÓMICAMENTE. El ser humano tiende a compararse siempre con aquel que lo supera, nunca con quien está en inferiores condiciones. Sin embargo, Dios ha dicho: “Te pondrá Jehová por cabeza, y no por cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo” (Dt. 28:13). Muchas veces, el trato de Dios es diferente en la vida de cada uno de sus hijos; pero cada uno debe pelear por su bendición y por lo que Dios dice que somos. ¿Quiénes somos según la Palabra de Dios? Primera de Pedro 2:9-10 señala: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios”. ¡No somos pobrecitos ni mendigos, somos “linaje escogido, real sacerdocio”!

5. REALIZA UN AJUSTE EN TU PRESUPUESTO Y EVITA CONTRAER MÁS DEUDAS. En momentos de adversidad financiera muchos oran, bendicen su economía y confiesan las promesas de prosperidad de Dios; pero siguen arrastrando una pesada carga de gastos y deudas cuantiosas, que les impide recibir la bendición de Dios. Las deudas impagas nos convierten en esclavos de nuestros deudores; podríamos decir que es la “esclavitud de nuestra era”. Sin embargo, Romanos 13:7-8 nos exhorta: “Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto… No debáis a nadie nada”.

6. TEN UN CORAZÓN DADOR A PESAR DE TU PRESENTE ESCASEZ FINANCIERA. La Biblia enseña que podemos dar aun en medio de nuestra pobreza. En 2 Corintios 8:1-4 vemos la generosidad de los cristianos de Corinto, quienes de “su profunda pobreza [abundaban] en riquezas de su generosidad” y que “con agrado [daban] conforme a sus fuerzas, y aún más allá de sus fuerzas”. Invierte en la obra de Dios, bendice a otros aún de lo poco que tienes. Cualquiera da cuando vive en abundancia, pero pocos tienen la gracia de dar aun en tiempos de escasez. ¡Imitemos a nuestros hermanos de Corinto que nos precedieron!

7. DIOS PUEDE SUPLIRTE MÁS ALLÁ DE TUS INGRESOS MENSUALES. Dios es especialista en obrar milagros y puede suplirte dinero de maneras inesperadas: una ofrenda, el cobro de una suma de dinero extra, una cuenta pagada sobrenaturalmente, etc. Si crees que la bendición de Dios está limitada a lo que tú ganas en tu trabajo, aún no has descubierto la provisión sobrenatural de Dios. Recuerda que Filipenses 4:19 señala que Dios suple nuestras necesidades según “SUS RIQUEZAS EN GLORIA”, no según nuestros propios recursos. Que podamos declarar como el profeta Miqueas: “Mas yo a Jehová miraré, esperaré al Dios de mi salvación; el Dios mío me oirá” (7:6-8)

8. HONRA A DIOS CON FIDELIDAD Y LLEVA TUS DIEZMOS Y OFRENDAS A LA IGLESIA DONDE ERES EDIFICADO ESPIRITUALMENTE. La Palabra de Dios es clara en Malaquías 3:8-12 con respecto a los diezmos y las ofrendas. El matrimonio que no diezma cuando enfrenta problemas financieros, abre las puertas de su hogar para que la maldición de la pobreza y la escasez se devoren la bendición de Dios. Por lo general, solemos decir “lo primero, primero”. Pues bien, el diezmo está entre estas cosas.

9. EVITA DISCUTIR CON TU CÓNYUGE SOBRE LOS PROBLEMAS FINANCIEROS. Cuando los problemas financieros comienzan a amenazar la felicidad de nuestro matrimonio, debemos tomar precauciones para evitar que se produzcan grietas y fisuras que terminen por destruir nuestra relación. Muchos esposos llegan del trabajo, nerviosos por los problemas financieros y descargan toda su ira e indignación sobre su esposa; algunas mujeres desatan su impotencia y frustración sobre su esposo cuando ven la suma de impuestos y deudas que deben pagar. Nuestro cónyuge nunca debe ser la víctima de nuestra cólera por los problemas financieros. En los tiempos de escasez debemos ser “sobrios, y [velar]; porque [nuestro] adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 P. 5:8).

10. ENTREGA TU CARGA FINANCIERA AL SEÑOR Y CREE QUE ÉL HARÁ UN MILAGRO. Filipenses 4:6 dice que no nos preocupemos por nada, sino que “sean conocidas [nuestras] peticiones delante de Dios con toda oración y ruego, con acción de gracias”. En momentos de dificultades económicas, refuerza tu vida de oración individual y conyugal. No lleves la carga solo/a, porque Jesús dijo “si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt. 18:19-20).
Cree por la fe, que Dios hará milagros en tus finanzas y que al ver su mano de poder podrás declarar como que el profeta Isaías: “Jehová, tú eres mi Dios; te exaltaré, alabaré tu nombre, porque has hecho maravillas” (Is. 25:1).

Dios te bendiga.

Ritchie y Rosa Pugliese

 

 

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