CUIDEMOS LA ATMÓSFERA DE NUESTRO HOGAR

El consejo de hoy: Cuidemos la atmósfera de nuestro hogar si queremos respirar “aire puro” donde prevalezca la paz y la armonía en nuestra relación matrimonial y familiar.

Muchas veces tenemos reacciones indebidas, respondemos con palabras ásperas y actuamos de tal manera que el buen clima que reinaba en nuestro hogar se torna en un clima hostil y pesado. Otras veces, ya nos hemos acostumbrado tanto a cohabitar en una atmósfera de tensión, discusiones, malentendidos, gritos y expresiones aún peores, que nos hemos resignado a vivir sin la armonía, la felicidad y la paz que tanto anhelamos.

Lo interesante de todo esto es que los cónyuges son los que eligen y determinan la atmósfera que va a prevalecer o reinar en su hogar. Y es una elección prácticamente continua… de todos los días.

Es común escuchar a uno de los cónyuges decir: “Mejor me voy a tomar un poco de aire afuera”. Lo que sucede es que la atmósfera del hogar está tan viciada y densa, que necesita salir para encontrar un poco de “aire puro” que le permita respirar.

Ahora bien, ¿cuáles son los componentes que producen una atmósfera densa en el hogar?

  1. Incredulidad

La incredulidad es la incapacidad de creer a Dios para creer en las circunstancias negativas que nos rodean. La incredulidad presenta el panorama oscuro, sin salida. La incredulidad agobia y atormenta el alma, la mente y el corazón.

“Miren, hermanos, que no haya en ninguno de ustedes un corazón malo de incredulidad que se aparte del Dios vivo” (Hebreos 3:12).

  1. Pesimismo

El pesimismo no es más que la propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más desfavorable. Debido a ello, nos dejamos aplastar por las presiones de la vida. Entonces, el pesimismo nos abruma y nos atosiga de tal manera, que solo podemos considerar el lado negativo de la vida.

“Que el Dios de esperanza los llene de todo gozo y paz en el creer, para que abunden en la esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Romanos 15:13).

  1. Queja

La queja es la expresión de resentimiento y desazón por no tener “todo” lo que queremos “cuando” lo queremos. Es el reclamo egoísta de lo que pretendemos tener. Es la expresión verbal negativa de lo que nos sucede en la vida desde una perspectiva oscura. La persona negativa puede lamentarse incluso de llevar una bolsa llena de dinero, ¡porque es demasiado pesada!

“Sean sus costumbres sin amor al dinero, contentos con lo que tienen ahora porque él mismo ha dicho: Nunca te abandonaré ni jamás te desampararé” (Hebreos 13:5).

  1. Desánimo

El desaliento o falta de ánimo es algo que todos enfrentamos en nuestra vida matrimonial, familiar o cristiana en general. Es un “enemigo” que puede estorbar nuestro progreso y robar nuestra paz, esperanza y gozo. Sin embargo, también es un enemigo que podemos vencer si practicamos las verdades de la Palabra de Dios.

“Consideren, pues, al que soportó tanta hostilidad de pecadores contra sí mismo, para que no decaiga el ánimo de ustedes ni desmayen” (Hebreos 12:3).

  1. Crítica

La persona que critica tiene la inclinación a enjuiciar hechos y conductas generalmente de forma desfavorable. La crítica acusadora y la censura es el resultado del espíritu perfeccionista que muchos tenemos dentro. Eso nos lleva a pensar que somos los jueces del mundo o los dueños de la única vara perfecta que puede medir y determinar si algo es bueno o malo.

“No juzguen, para que no sean juzgados. Porque con el juicio con que juzguen serán juzgados, y con la medida con que midan se les medirá” (Mateo 7:1).

  1. Chisme

El chisme es una noticia verdadera o falsa, o comentario con que generalmente se pretende indisponer a unas personas con otras o se murmura de alguna. Por lo general, ese comentario se hace a espaldas de la persona criticada para dañar su reputación. Aunque no lo parezca, claro está que en el chisme intervienen la mala voluntad, la envidia y los intereses personales.

“El hombre perverso provoca la contienda, y el chismoso aparta los mejores amigos” (Proverbios 16:28).

  1. Burla

La burla es la acción o las palabras con que se procura poner en ridículo a alguien. Los que se burlan tienen la costumbre de degradar a las personas con palabras humillantes, con las cuales se suele exagerar sus defectos. La persona que se burla de otra se cree perfecta por lo cual se considera calificada para ridiculizar y rebajar a los demás.

“Ciertamente él se burlará de los que se burlan, pero a los humildes concederá gracia” (Proverbios 3:34)

  1. Menosprecio

Aquel que menosprecia considera que los demás son inferiores y menos capaces que él. Sin embargo, cabe señalar que del menosprecio al desprecio hay una línea muy delgada. El menosprecio que comienza con una raíz de orgullo y soberbia puede terminar en desprecio por otra persona con una actitud totalmente vengativa.

“Peca el que desprecia a su prójimo, pero el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado” (Proverbios 14:21).

  1. Desacuerdos o discusiones

Es común que haya desacuerdos entre dos personas que conviven bajo el mismo techo, pero cuando esos desacuerdos vienen acompañados de ofensas, palabras hirientes y gritos, lo que comenzó con un simple entredicho puede terminar en una grave pelea que lastima el alma y atormenta la mente y el corazón. Cuando los cónyuges discuten y profieren palabras ofensivas, están dañando su autoestima, contaminando la atmósfera del hogar y mutilando el amor conyugal.

“Evitar la pelea es una señal de honor; solo los necios insisten en pelear” (Proverbios 20:3, ntv).

  1. Violencia emocional y física

Lamentablemente, los matrimonios pueden ser víctima de violencia en cualquiera de sus formas. En un momento de impulsividad y nerviosismo, muchos llegan a empujar, zamarrear o golpear a su cónyuge. Luego, por más que lo lamenten y se arrepientan, este hecho quedará gravado para siempre en las fibras íntimas de la persona afectada y la herida causada será difícil de sanar.

“El SEÑOR prueba al justo, pero su alma aborrece al impío y al que ama la violencia” (Salmos 11:5).

Ahora bien, así como cualquiera de nosotros puede ser un colaborador directo y activo en la contaminación de la atmósfera de nuestro hogar, también podemos serlo en la contribución a un buen clima.

¿Cómo podemos contribuir a una buena atmósfera en el hogar?

  1. Fe en Dios

La fe se manifiesta en nuestra actitud hacia la vida y en la fortaleza y resistencia para enfrentar las situaciones difíciles. La fe produce una atmósfera de victoria en medio de la prueba porque la persona sabe que el Dios todopoderoso está de su lado. “Y sobre todo, ármense con el escudo de la fe con que podrán apagar todos los dardos de fuego del maligno” (Efesios 6:16).

  1. Agradecimiento

La gratitud es una actitud determinante para una buena atmósfera en el hogar. Implica, entre otras cosas, agradecer al cónyuge por haber preparado una buena cena, por haberle dado una buena idea, por haberse ocupado de los quehaceres domésticos y muchas otras cosas. El agradecimiento fomenta el amor y el respeto entre los cónyuges. Sigamos el consejo bíblico: “Sean agradecidos: (Colosenses 3:15).

  1. Respeto

Los cónyuges cristianos son mucho más que marido y mujer, ante todo ¡son hermanos en Cristo, hijos del mismo Padre Celestial! Esa sola idea debería erradicar de nuestra mente toda actitud, acción o palabra ofensiva, hiriente o agresiva hacia nuestro cónyuge. “La esposa respete a su esposo” (Efesios 5:33). Porque “de igual manera, ustedes esposos, sean comprensivos en su vida conyugal, tratando cada uno a su esposa con respeto” (1 Pedro 3:7).

  1. Alabanza o elogio

Si bien alabamos a Dios por sus bondades, su fidelidad y sus maravillas, también podemos alabar a las personas. Alabar significa valorar y hablar bien de alguien. De modo que podemos felicitar a nuestro cónyuge por sus logros o podemos elogiar una deliciosa cena hecha con amor, su nuevo corte de cabello, un perfume que le queda muy bien, etc. El elogio fortalece la autoestima del otro, y, por ende, fortalece la relación. “Que la palabra de ustedes sea siempre agradable, sazonada con sal, para que sepan cómo les conviene responder a cada uno” (Colosenses 4:6).

  1. Valoración

Generalmente, valoramos algo cuando lo perdemos. Ya conocemos historias de personas que lloran en la tumba de su cónyuge, con un ramo de flores en la mano mientras le expresan cuánto lo aman y lo extrañan, aunque su cónyuge ya no los puede oír. Podemos valorar la compañía de nuestro esposo o de nuestra esposa, poder tomar un café juntos o ir de compras… el simple hecho de despertarnos juntos un día más… valorar las cosas sencillas de la vida es un gran secreto para vivir mejor. “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:31)

  1. Aliento

Este ingrediente es muy necesario para superar los obstáculos que surgen a cada instante y pretenden desalentarnos en la vida diaria. El hogar debe ser nuestro lugar de refugio y fortaleza. Es allí donde una palabra edificante, un buen abrazo o un beso cariñoso pueden alentarnos y darnos fuerzas para seguir adelante… porque sabemos que le importamos a alguien en este mundo. “Hermanos, también les exhortamos a que… alienten a los de poco ánimo” (1 Tesalonicenses 5:14).

  1. Apoyo

El apoyo mutuo entre los cónyuges es una manera de cuidar la atmósfera del hogar. Esto implica, por ejemplo, estar al lado de nuestro cónyuge para alentarlo en momentos de dificultades y dudas, colaborar en lo quehaceres domésticos o en cualquier otro tipo de tarea, aportar nuestras ideas en alguno de sus proyectos y brindarle nuestra ayuda en todo momento. “Den apoyo a los débiles” (1 Tesalonicenses 5:14).

  1. Disfrutar

Más allá de tener que respetar los tiempos y silencios del cónyuge, disfrutar la compañía del otro es un componente fundamental para una sana atmósfera en el hogar. Si invirtiéramos el tiempo que dedicamos a pelear y discutir por trivialidades a pasarla bien e incluso a reírnos de nuestros errores podríamos disminuir la tensión en el hogar y fomentar un clima de paz. “Goza de la vida con la mujer que amas” (Eclesiastés 9:9).

  1. Callar

Una palabra de más puede meternos en problemas de los cuales muchas veces es imposible salir ilesos. Es de sabios callar, y es un arte que realmente necesitamos aprender si queremos cuidar el clima de nuestro hogar. El silencio… en el momento justo… puede salvar una relación. ¡Nunca olvides que Dios te ha creado con dos oídos y una boca! “En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente” (Proverbios 10:19).

  1. Pedir perdón

Humillarse y pedir perdón es el acto que más ennoblece a una persona. No se trata de ser perfecto (porque eso sería una utopía), sino de reconocer que hemos fallado, que nos hemos equivocado o que, tal vez, sin querer hemos ofendido o herido a nuestro cónyuge. En este punto es importante señalar que muchas veces “hacemos de cuenta que no pasó nada” (¡para no empeorar las cosas!); pero eso es como poner una bandita adhesiva sobre una herida que está supurando por dentro… pronto se infectará ¡y será mucho peor! Para tener una relación sana y proteger el clima de nuestro hogar debemos llegar a la raíz del conflicto, enfrentar la raíz del problema, reconocer nuestros errores y pedir perdón. “El que perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide a los amigos”… ¡cuánto más a los cónyuges! (Proverbios 17:9).

Decidamos ser “agentes transformadores” y cuidemos la atmósfera de nuestro hogar para que reine la paz, la armonía y la felicidad. Parece difícil, pero con la ayuda de Dios no es imposible. ¡Inténtalo! ¡Vale la pena!


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