EL CAMINO A LA RESTAURACIÓN MATRIMONIAL

Es una realidad inexorable que existen enemigos de la felicidad matrimonial, que atacarán una y otra vez con el propósito de resquebrajar la relación y, posteriormente, destruir lo que Dios unió en su divina voluntad. Sin embargo, también existe el camino a la restauración matrimonial tal como veremos a continuación.

El Señor nos anima a estar alertas y prevenidos contra los ataques del enemigo para poder defender con todas nuestras fuerzas el pacto que hemos hecho en el altar.

Sed sobrios, y velad [estar alertas]; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8).

En nuestros años de ministerio y consejería espiritual a matrimonios y familias, hemos notado que hay cuatro etapas en la vida matrimonial:

  1. ENAMORAMIENTO

Esta primera etapa es maravillosa. Es aquella en que la “química” que sentimos entre nosotros al iniciar la relación mantiene viva la pasión del romance y el deseo sexual. Nuestros pensamientos están todo el tiempo en el otro. No nos imaginamos la vida sin el otro. Las pequeñas diferencias entre nosotros nos parecen simpáticas y hasta podemos reírnos de ellas. Anhelamos pasar el resto de la vida juntos. Sin embargo, es una etapa muy pasional y poco racional. Nos parece estar viviendo en un cuento de hadas y muchas veces no podemos ver la realidad. Y cuando no vemos la realidad, no podemos “ser sobrios y velar o estar alertas” para enfrentar la próxima etapa… que sin duda llegará.

  1. DESILUSIÓN

En esta etapa, la luna de miel ha terminado y esas pequeñas diferencias comienzan a molestarnos. Descubrimos que nuestro esposo no es el príncipe azul que imaginamos o que nuestra esposa no es la mujer perfecta que soñamos. En esta etapa, despertamos a la realidad de que nuestro cónyuge tiene defectos, y si hemos vivido un enamoramiento intenso, totalmente cautivados, la desilusión puede ser muy fuerte. Para quienes tal vez idealizaron a su pareja, esta etapa puede ser muy dolorosa y desgarradora. Y en medio de ese dolor y desazón, muchos se dan por vencidos y recurren a la separación en esta etapa temprana del matrimonio. Otras parejas deciden luchar por su matrimonio a pesar de la desilusión que experimentan y buscar el consejo de pastores y líderes espirituales que los puedan ayudar y guiar en medio de su difícil situación.

  1. DESDICHA

Si los cónyuges no “están alertas”, la desilusión puede dar lugar a un proceso de resquebrajamiento y, posterior, destrucción. Por lo general, después de la desilusión siguen los reproches, las discusiones y peleas, la pérdida del respeto, la incomunicación, el desinterés o la apatía, el menosprecio, el rechazo, el adulterio y, finalmente, el divorcio.

En esta etapa, la desdicha puede ser aún peor si algunos de los cónyuges es adicto a las drogas, el alcohol u otro tipo de adicción. No queremos extendernos a hablar de la violencia y el maltrato físico; pero lamentablemente, esta es una realidad de muchas parejas. Solo diremos que en estos casos, recomendamos denunciar a la policía todo tipo de violencia física que ponga en riesgo la vida y la integridad física de uno de los miembros de la familia.

Por lo general, ya llegaron los hijos, y el daño que se hace a los hijos en esta etapa de desdicha puede ser realmente devastador. Ante tanto dolor, muchas parejas recurren al divorcio como medida de alivio a ese sufrimiento que ya no pueden soportar.

Si en esta etapa la pareja decide terminar con su matrimonio y luego cada uno se vuelve a casar con otra persona, seguramente, volverán a iniciar el mismo ciclo, hasta que finalmente terminarán en otro divorcio.

Puede que estés pensando: ¿cuál es la solución, entonces? La respuesta está en la siguiente etapa.

  1. RESTAURACIÓN

Como regla general [hay casos de violencia que merecen una consideración especial, hablamos en líneas generales], muchos de los cónyuges que optan por el divorcio, no son malas personas; sino que no comprendieron que el matrimonio no es un estado de romance y felicidad continua como muchas veces se representa en la literatura y las novelas. La felicidad matrimonial es un arte a aprender, que requiere de ciertas habilidades y actitudes necesarias para hacer frente a las inevitables desavenencias y dificultades de la vida real. Los cónyuges que quieren salvar su matrimonio deben aprender los principios bíblicos que Dios ha establecido para un matrimonio feliz y duradero.

No importa si estás en la etapa de desilusión o desdicha, tu historia se puede revertir gracias a Aquél que tiene poder para resucitar a los muertos: ¡Dios, nuestro Señor y Salvador! Él tiene el poder para restaurar tu vida matrimonial, porque es el Creador del matrimonio. ¡Y quien mejor que el Creador para restaurar lo que el diablo destruyó!

El primer paso de la restauración es acercarnos a Dios. Eso es posible gracias a la obra de Jesucristo en la cruz del calvario mediante la cual cualquiera que se humilla y lo busca arrepentido empezará a caminar hacia la restauración personal y, por ende, matrimonial. Una vez dado este paso, comenzará un proceso de aprendizaje de los principios bíblicos a poner en práctica para recomponer la relación con su pareja. Puede que sea difícil, pero la Palabra de Dios dice: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). ¡El Señor te dará las fuerzas que necesitas!

Son muchos los testimonios de matrimonios destruidos, que gracias a la intervención divina y milagrosa del Señor hoy tienen un hogar feliz. ¡Esta también puede ser tu experiencia personal! ¡No te rindas!

“Así que, arrepentíos y convertíos [cambien de rumbo], para que sean borrados vuestros pecados [los pasos que conducen a la destrucción]; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio [restauración y un nuevo comienzo para tu matrimonio]” (Hechos 3:19).

Ritchie y Rosa Pugliese

 

 

 

 

 

 


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