
Por Ritchie y Rosa Pugliese
Una de las cosas importantes para la bendición del matrimonio y la familia es determinar la “atmósfera” que cada día reinará en nuestro hogar. La “atmósfera” es el aire espiritual que se respira en el ambiente. En todo hogar se respira un aire limplio o viciado, que forma el clima ambiental donde vivimos.
Muchas veces tenemos reacciones indebidas, respondemos con palabras ásperas y actuamos de manera que el buen clima que reinaba en nuestro hogar se corta repentinamente y da lugar a un clima hostil y pesado. Otras veces, simplemente, ya nos hemos acostumbrado y resignado a cohabitar en una atmósfera de tensión, discusiones, melentendidos, gritos, etcétera; que alejan la armonía, la felicidad y la paz, que tanto anhelamos.
Lo interesante de todo esto es que los cónyuges son los que eligen y determinan la atmósfera que va a prevalecer o reinar en su hogar. Y es una elección prácticamente continua.
Es común escuchar a uno de los cónyuges decir: “Mejor me voy a tomar un poco de aire afuera”, porque las cosas están tensas en el hogar y necesita salir de esa atmósfera viciada para encontrar un poco de “aire puro” que le permita respirar.
Ahora bien, ¿cuáles son los componentes que producen una atmósfera densa en el hogar?
Veamos algunos de ellos, que están interrelacionados y su orden puede variar:
1. Incredulidad
La incredulidad es la incapacidad de creer a Dios. En cambio creemos las circunstancias negativas que nos rodean. La incredulidad presenta el panorama oscuro, sin salida. La incredulidad agobia y atormenta el alma, la mente y el corazón.
2. Pesimismo
Definimos el pesimismo como “las presiones de la vida que nos aplastan”. Y cuando no podemos sacarnos de encima esas presiones, el pesimismo nos abruma y nos atosiga de tal manera, que solo podemos pensar en el lado negativo de la vida.
3. Queja
La queja es la expresión de insatisfacción por no tener todo lo que queremos en el momento que lo queremos. Es el reclamo egoísta por lo que pretendemos tener.
4. Lamento
El lamento es la expresión verbal negativa de lo que nos sucede en la vida desde una perspectiva triste y desesperada. ¡La persona negativa puede lamentarse incluso de llevar una bolsa con un millón de dólares, porque es demasiado pesada!
5. Crítica
La crítica acusadora, que censura y juzga, es el resultado del espíritu perfeccionista que muchos tenemos dentro. Eso nos lleva a pensar que somos los jueces del mundo o los dueños de la única vara perfecta que puede medir y determinar si algo es bueno o malo.
6. Chisme
El chisme es un comentario, verdadero o falso, a espaldas de una persona que daña su reputación. Aunque no lo parezca, claro está que en el chisme intervienen la mala voluntad, la envidia y los intereses personales.
7. Burla
Los burladores tienen la costumbre de degradar a las personas con palabras humillantes, con las cuales muchas veces se exageran sus defectos. El burlador es aquel que se cree perfecto por lo cual se considera calificado para ridiculizar y escarnecer a los demás.
8. Menosprecio
Aquel que menosprecia considera que los demás son inferiores y menos capaces que él. Sin embargo, cabe señalar que del menosprecio al desprecio hay una línea muy delgada. El menosprecio que comienza con una raíz de orgullo y soberbia puede terminar en desprecio por otra persona con una actitud totalmente vengativa.
9. Peleas o discusiones
Es común que haya desacuerdos entre dos personas que conviven bajo el mismo techo. Pero cuando esos desacuerdos vienen acompañados de ofensas, palabras hirientes y gritos, lo que comenzó con un simple entredicho puede terminar en una grave pelea que lastima el alma y atormenta la mente y el corazón. Cuando los cónyuges discuten y profieren palabras que rebajan o degradan al otro, están dañando su autoestima, contaminando la atmósfera del hogar y mutilando el amor conyugal.
10. Violencia emocional y física
Lamentablemente, los matrimonios pueden ser víctima de violencia en cualquiera de sus formas. En un momento de impulsividad y nerviosismo, muchos llegan a empujar, zamarrear o golpear a su cónyuge. Luego, por más que lo lamenten y se arrepientan, este hecho quedará gravado para siempre en las fibras íntimas de la persona afectada y la herida causada será difícil de sanar.
Sin embargo, así como cualquiera de nosotros puede ser un colaborador directo y activo en la contaminación de la atmósfera de nuestro hogar, también podemos serlo en la contribución de un buen clima.
¿Cómo podemos contribuir a una buena atmósfera en el hogar?
1. Fe en Dios
La fe se manifiesta en nuestra actitud hacia la vida y en la fortaleza y resistencia para enfrentar las situaciones difíciles. La fe produce una atmósfera de victoria en medio de la prueba porque la persona sabe que el Dios todopoderoso está de su lado. “Y sobre todo, ármense con el escudo de la fe con que podrán apagar todos los dardos de fuego del maligno” (Efesios 6:16 RVR2015)
2. Agradecimiento
La gratitud es una actitud determinante para una buena atmósfera en el hogar. Implica, entre otras cosas, agradecer al cónyuge por haberle preparado una buena cena, por haberle dado una buena idea, por haberse ocupado de los quehaceres domésticos y muchas otras cosas. El agradecimiento fomenta el amor y el respeto entre los cónyuges. “Sean agradecidos: (Colosenses 3:15 RVR2015).
3. Respeto
Los cónyuges cristianos son mucho más que marido y mujer, ante todo ¡son hermanos en Cristo, hijos del mismo Padre Celestial! Esa sola idea debería erradicar de nuestra mente toda actitud, acción o palabra ofensiva, hiriente o agresiva hacia nuestro cónyuge. “La esposa respete a su esposo” (Efesios 5:33, RVR2015). :De igual manera, ustedes esposos, sean comprensivos en su vida conyugal, tratando cada uno a su esposa con respeto” (1 Pedro 3:7, NVI).
4. Alabanza o elogio
Si bien alabamos a Dios por sus bondades, su fidelidad y sus maravillas, también podemos alabar a las personas. Alabar significa valorar y hablar bien de alguien. De modo que podemos felicitar a nuestro cónyuge por sus logros o podemos elogiar una deliciosa cena hecha con amor, su nuevo corte de cabello, un perfume que le queda muy bien, etc. El elogio fortalece la autoestima del otro, y por ende, fortalece la relación. “Que la palabra de ustedes sea siempre agradable, sazonada con sal, para que sepan cómo les conviene responder a cada uno” (Colosenses 4:6, RVR2015).
5. Valoración
Generalmente, valoramos algo cuando lo perdemos. Ya conocemos historias de personas que lloran en la tumba de su cónyuge, con un ramo de flores en la mano mientras le expresan cuánto lo aman y lo extrañan, cuando su cónyuge ya no los puede oír. Podemos valorar la compañía de nuestro esposo o de nuestra esposa, poder tomar un café juntos o ir de compras… el simple hecho de despertarnos juntos un día más….valorar las cosas sencillas es un gran secreto para vivir mejor. “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:31)
6. Aliento
Este ingrediente es muy necesario para la vida cotidiana y los obstáculos que surgen a cada instante y pretenden desalentarnos. El hogar debe ser nuestro lugar de refugio y fortaleza. Es allí donde una palabra edificante, un buen abrazo o un beso cariñoso pueden alentarnos y darnos fuerzas para seguir adelante… porque sabemos que le importamos a alguien en este mundo. “Hermanos, también les exhortamos a que… alienten a los de poco ánimo” (1 Tesalonicenses 5:14, RVR2015).
7. Apoyo
El apoyo mutuo entre los cónyuges es una manera de cuidar la atmósfera del hogar. Esto implica, por ejemplo, estar al lado de nuestro cónyuge para alentarlo en momentos de dificultades y dudas, colaborar en lo quehaceres domésticos o en cualquier otro tipo de tarea, aportar nuestras ideas en alguno de sus proyectos y brindarle nuestra ayuda en todo momento. “Den apoyo a los débiles” (1 Tesalonicenses 5:14, RVR2015).
8. Disfrutar
Más allá de tener que respetar los tiempos y silencios del cónyuge, disfrutar la compañía del otro es un componente fundamental para una sana atmósfera en el hogar. Si invirtiéramos el tiempo que dedicamos a pelear y discutir por trivialidades a pasarla bien e incluso a reírnos de nuestros errores podríamos disminuir la tensión en el hogar y fomentar un clima de paz. “Goza de la vida con la mujer que amas” (Eclesiastés 9:9).
9. Callar
Una palabra de más puede meternos en problemas de los cuales muchas veces es imposible salir ilesos. Es de sabios callar, y es un arte que realmente necesitamos aprender si queremos cuidar el clima de nuestro hogar. El silencio… en el momento justo… puede salvar una relación. ¡Nunca olvides que Dios te ha creado con dos oídos y una boca! “En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente” (Proverbios 10:19).
10. Pedir perdón
Humillarse y pedir perdón es el acto que más ennoblece a una persona. No se trata de ser perfecto (porque eso sería una utopía), sino de reconocer que hemos fallado, que nos hemos equivocado o que, tal vez, sin querer hemos ofendido o herido a nuestro cónyuge. En este punto es importante señalar que muchas veces “hacemos de cuenta que no pasó nada” (¡para no empeorar las cosas!); pero eso es como poner una bandita adhesiva sobre una herida que está supurando por dentro… pronto se infectará ¡y será mucho peor! Para tener una relación sana y proteger el clima de nuestro hogar debemos llegar a la raíz del conflicto, enfrentar la raíz del problema, reconocer nuestros errores y pedir perdón. “El que perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide a los amigos”… ¡cuánto más a los cónyuges! (Ver Proverbios 17:9, NVI).
Decidamos ser “agentes transformadores” de la atmósfera de nuestro hogar para que reine la paz, la armonía y la felicidad. Parece difícil, pero con la ayuda de Dios no es imposible. ¡Inténtalo! ¡Vale la pena!
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