MITOS DE LA VIDA SEXUAL

En Génesis 2:25 leemos: “Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban”. Para que nos imaginemos la escena, estamos en el tiempo de la creación. Al final de la creación, Dios formó al hombre del polvo de la tierra y luego a la mujer de una de las costillas del hombre. Después estableció que se unieran y fueran “una sola carne” (Génesis 2:24) en lo que se conoce como la institución del matrimonio.

Volvamos a “estaban ambos desnudos…y no se avergonzaban”… Esta simple frase nos muestra que Dios aprobó la vida íntima sexual. Dios no creó la relación sexual solo para la procreación, sino también para el placer y la unión conyugal.

Cuando los cónyuges no disfrutan una vida sexual sana y gratificante en su relación tienen lugar las divisiones, los conflictos y eventualmente la separación del vínculo matrimonial. Cuando uno o ambos cónyuges no logran descubrir los secretos de una vida sexual sana y gratificante, la intimidad sexual puede llegar a convertirse en un verdadero conflicto.

Para evitar los conflictos en este aspecto tan importante de la vida matrimonial, veamos brevemente ciertos mitos que existen sobre la vida sexual, aún dentro de los círculos cristianos, que debemos desechar si queremos experimentar una sana sexualidad en el matrimonio:

Mito 1: La figura
Existe lo que llamamos “la escuela de la calle”, que pretende establecer el requisito para una buena sexualidad que no se corresponde en absoluto con los principios divinos. La buena figura, ya sea musculosa en el varón o voluptuosa en la mujer, no garantiza en absoluto una “mejor vida sexual”.

Para la mujer que no refleja los parámetros de belleza que nuestra sociedad moderna promueve la consecuencia es mucho peor. Al compararse, la mujer se siente disminuida y piensa que no es atractiva y que con su figura no puede disfrutar de una buena sexualidad con su esposo. ¡Una mentira del enemigo!

Sin embargo, en su primera epístola, el apóstol Pablo escribió a las mujeres cristianas: “La belleza de ustedes no sea la externa, que consiste en adornos tales como peinados ostentosos, joyas de oro y vestidos lujosos.  Más bien, que la belleza de ustedes sea la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu humilde y apacible. Esta sí que tiene mucho valor delante de Dios. Así se adornaban en tiempos antiguos las santas mujeres que esperaban en Dios, cada una mostrando respeto a su esposo” (1 Pedro 3:3-5, NVI).

¡Qué diferencia con el parámetro de belleza de nuestra sociedad moderna, ¿verdad?

Mito 2: La edad
Generalmente, se asocia la vitalidad sexual con los años de juventud y se descarta la idea de goce sexual en aquellos que “peinan canas”. Un artículo sobre “La sexualidad en la edad avanzada” del National Institute on Aging señala: “El envejecimiento normal trae cambios físicos tanto en los hombres como en las mujeres. Estos cambios a veces afectan la capacidad de tener y disfrutar de las relaciones sexuales”. Asimismo, algunas enfermedades, discapacidades, medicamentos y cirugías pueden afectar la capacidad de tener y disfrutar de las relaciones sexuales.

Es que a menudo la sexualidad es un delicado equilibrio de cuestiones emocionales y físicas. La manera en que una persona se siente puede afectar lo que puede y lo que quiere hacer. Sin embargo, muchas parejas mayores encuentran mayor satisfacción en su vida sexual que cuando eran más jóvenes. En muchos casos, tienen menos distracciones, más tiempo y privacidad, y disfrutan de una intimidad mayor con su pareja de años sin preocuparse por un posible embarazo.

Finalmente, podríamos decir que el sexo no tiene edad, y forma parte de toda vida conyugal saludable. Así lo entendía el sabio rey Salomón al escribir “alégrate con la mujer de tu juventud, como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre” (Proverbios 5:18-19).

Mito 3: El tamaño
La “escuela de la calle” (y la pornografía) ha corrompido la mente de las personas al mostrar imágenes de hombres con miembros genitales grandes y mujeres con senos y glúteos prominentes, como parámetro de un hombre “macho o viril” y una mujer “fogosa o apasionada”. Sin embargo, Dios ha diseñado a cada uno con una figura única y características distintivas, de tal manera que cada hombre y cada mujer pueda ser sexualmente feliz en su relación conyugal.

La pareja cristiana que quiere agradar a Dios debe extirpar de su mente lo que la sociedad actual promueve con respecto a la estética masculina y femenina. Muchos se comparan con los artistas y modelos de actualidad y recurren a procedimientos quirúrgicos para parecerse a ellos. Cuando la motivación de una persona para someterse a una cirugía estética es la vanidad, esa persona se ha convertido en su propio ídolo. El apóstol Pablo advirtió a los filipenses (y a nosotros): “No hagan nada por egoísmo o vanidad” (Filipenses 2:3-4). Finalmente, “Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a Jehová, esa será alabada” (Proverbios 31:30).

Mito 4: La experiencia previa
Las costumbres han cambiado mucho en este mundo. Antiguamente las relaciones de noviazgo se mantenían en un marco de pureza y respeto sexual hasta el día de la boda cuando comenzaban a practicar la vida sexual. ¡Hoy se comienza directamente por la práctica sexual como algo bueno y necesario “para ver si la relación funciona”! En 1960, solo el 10% de las parejas convivía antes de casarse. En la actualidad, el 60% de las parejas convive antes de contraer matrimonio. Y no solo vemos este alarmante aumento en el porcentaje de convivencia antes del matrimonio, sino que la sociedad incluso se burla de aquellos que no tienen relaciones sexuales antes de casarse.

Contrariamente a lo que indica el sentido común, los matrimonios de personas que han convivido antes de pasar por el altar tienen más posibilidades de divorciarse que aquellos que empezaron a vivir bajo el mismo techo tras su boda. Un artículo del diario El Mundo de España señala que “según un estudio elaborado por el National Center for Health Statistics a partir de datos de una encuesta realizada en 2002, los divorcios entre parejas que han cohabitado antes de su boda es superior en seis puntos porcentuales”.

Cabe preguntar: ¿Por qué se divorcian las parejas que ya convivían antes del matrimonio? Porque la sabiduría de Dios es perfecta. Él estableció que la unión matrimonial sea duradera, así como la intimidad sexual. ¿Cómo puede una relación matrimonial perdurar cuando no hay un compromiso?

Además la experiencia sexual previa con otras parejas deja profundas huellas en las personas para toda la vida a menos que Cristo intervenga  y borre las imágenes vistas y las sensaciones vividas, que en gran medida son causantes de problemas entre los cónyuges. Muchos hombres insatisfechos dicen enojados a su esposa: “Con ella era diferente. Con ella sí disfrutaba”. O las mujeres dicen despechadas a su marido: “Él era menos egoísta que tú”. Todos sabemos que las comparaciones son negativas. ¡Mucho más en este aspecto de la vida!

Lo que este mundo enseña no ayuda en absoluto a la verdadera satisfacción sexual, sino ¡mira a tu alrededor y observa cuántas personas frustradas hay! ¡Volvamos a los principios bíblicos! Como matrimonios cristianos hemos sido llamados a disfrutar de cada faceta de la vida conyugal, incluso de la sexual, como el Señor la diseñó. Eliminemos de nuestra mente los mitos que pretenden desviarnos del plan divino… ¡y disfrutemos de este regalo de Dios!

 


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