UNA SANA CONVIVENCIA EN EL HOGAR

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No hay dudas de que sin una sana convivencia en el hogar los cónyuges pueden llegar a ser solo dos extraños que viven bajo el mismo techo y, con el tiempo, no encontrar otra solución que el divorcio.

Lamentablemente, esta parece ser la experiencia de cada vez más matrimonios, que no saben cómo transformar la pesadilla de la convivencia en un sueño agradable. La buena noticia es que con el Señor Jesús en el centro de nuestro hogar y estos siete ingredientes indispensables, podemos lograr una sana convivencia:

1. RESPETO MUTUO: La falta de respeto degrada al otro, lo cual conduce al menosprecio y a las agresiones verbales y hasta físicas. No queremos explayarnos aquí en la violencia de género (un tema para abordar en profundo en otra oportunidad), pero muchas veces la falta de respeto es la chispa que enciende el fuego de la violencia en el hogar. Proverbios 17:1 señala: “Mejor comer pan duro donde reina la paz, que vivir en una casa llena de banquetes donde hay peleas”. Además, como coherederos de la gracia, los “esposos, [deben ser] comprensivos en su vida conyugal, tratando cada uno a su esposa con respeto, ya que como mujer es más delicada” (1. Pedro 3:7).

2. VALORACIÓN MUTUA: Según el diccionario de la RAE, valorar es “reconocer, estimar o apreciar el valor o mérito de una persona”. También implica reconocer sus dones, talentos y vocación, así como sus habilidades y capacidades individuales. ¿Valoramos a nuestro cónyuge? ¿Le expresemos palabras que manifiestan nuestra admiración por él/ella? ¿O competimos para ver quién de los dos es mejor? La Palabra de Dios dice: “No hagan nada por rivalidad ni por vanagloria, sino estimen humildemente a los demás como superiores a ustedes mismos” (Filipenses 2:3).

3. PACIENCIA ANTE LOS ERRORES: Todos cometemos errores, en mayor o menor grado. No podemos criticar y señalar con el dedo al otro cuando se equivoca, porque nosotros también fallaremos en algún momento. Reconocer que somos falibles nos ayudará a no juzgar despiadadamente a nuestro cónyuge cada vez que comete un error y a ser paciente uno con el otro (1 Tesalonicenses 5:15)… porque el amor “es paciente” (Gálatas 5:22).

4. CLIMA DE PAZ Y ARMONÍA EN EL HOGAR: Segunda de Corintios 13:11 dice: “Vivan en paz, y el Dios de paz y de amor estará con ustedes”. Si queremos que el Dios de paz y amor esté con nosotros, no podemos permitir que ningún motivo de desacuerdo o discusión conyugal destruya la armonía en el hogar. Cualquier diferencia puede resolverse mejor en un clima de paz y armonía, que en medio de una batalla campal. Cuida el clima de tu hogar y estarás cuidando tu relación conyugal.

5. PERDÓN MUTUO: Si existe un ingrediente indispensable para una sana convivencia en el hogar, no cabe dudas de que se trata del “perdón mutuo”; es decir, “hoy la esposa perdona a su esposo y mañana el esposo perdona a su esposa”. Si somos sinceros, debemos reconocer que muchas veces decimos palabras o tenemos comportamientos y actitudes que lastiman y ofenden a nuestro cónyuge. Es allí donde necesitamos la obra del Espíritu para que se cumpla lo que declara Salmos 19:12: “¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos”. Cuando reconocemos nuestros propios errores, es más fácil entender a nuestro cónyuge y perdonarlo.

6. UNA BUENA COMUNICACIÓN: Para llegar al corazón del otro es imprescindible escucharse. No se trata de estar en la misma habitación, sino en la misma sintonía emocional y espiritual. Por lo general, las malas respuestas ocurren porque no escuchamos al otro con la intención de comprenderlo, sino para ganar una discusión. Sin embargo, la Biblia dice: “El que responde antes de oír comete insensatez y deshonra” (Proverbios 18:13). Recomendamos leer nuestro artículo: “El arte de la comunicación en el matrimonio“.

7. AMOR SACRIFICIAL: Esta clase de amor solo puede manifestarse por obra y gracia del Espíritu Santo. Nuestra naturaleza humana muchas veces nos traiciona y caemos en el egoísmo, la egolatría y el individualismo. A menudo nuestra carne nos lleva a pensar solo en nosotros mismos, sin tener en cuenta la necesidad de nuestro cónyuge… aunque afirmemos amarlo. Sin embargo, el verdadero amor “… es sufrido, es benigno… no tiene envidia… no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1 Corintios 13:4-8). ¿Cómo es tu amor para con tu esposo/a?

Cada día hay desafíos que debemos superar; pero no estamos solos, el Espíritu Santo está con nosotros para ayudarnos y hacer una obra sobrenatural en nuestra vida y nuestra relación matrimonial.

Si necesitas tener una sana convivencia en tu hogar, has esta oración: “Señor, vengo a ti porque reconozco que me cuesta renunciar a todas las faltas que atentan contra una sana convivencia con mi esposa/o. Te entrego mi vida una vez más para que transformes los deseos de mi humana naturaleza en el deseo de hacer tu voluntad y esforzarme por tener una sana convivencia en mi hogar. En el nombre de Jesús. Amen”.

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